31 may 2011

Diferencias y Diferentes.

Diciembre de 1988. En boca de todos los niños del colegio sólo había una película. Willow. En mi clase algunos ya tenían pactada la fecha con sus padres para ir a ver la película. Tras las Navidades, volver al cole sin haber visto la película era perder toda reputación que pudieses tener. En aquel entonces, contaba con 11 años y mi objetivo claro en esas Navidades era ir a ver Willow. 

Durante las fiestas navideñas, siempre había un día dónde con mi hermano mayor (Tanis) y mis primos, íbamos al cine. Pues este año tenía que ser Willow. Afortunadamente para mí, Tanis era más friki que yo, pero sobretodo, más cabezón. Si se le mete algo en la cabeza, no hay marcha atrás. Resultado. Willow.
La película me pareció fantástica y la aventura increíble. Salí del cine convencido que de mayor quería ser Willow (aunque más alto y no tan feo).
Ya entrado 1989, recuerdo que un compañero de clase empezó a hablarme de la recreativa de Willow. Que si los gráficos, que si es como la peli, etc. No sé si eran más mis ganas de imaginarme jugando la aventura tal y como la había visto en el cine o que mi compañero era un exagerado, pero no veía el día de poder ir a ese salón recreativo dónde estaba la recreativa de Willow.
Podéis imaginaros que con 12 años recién cumplidos, la posibilidad de que mis padres me dejasen ir a un salón recreativo era nula, por lo que no entraba en mis planes contárselo. Además, sobre este salón recreativo, existía una leyenda urbana acerca de los señores que te daban cambio y vigilaban el local. En principio si eras menor de 16 años no te dejaban entrar, pero había uno, el del turno del viernes tarde, que hacía la vista gorda.
Había que planearlo bien. Primero, buscar una excusa en casa para poder estar un viernes tarde fuera de casa en horario no escolar. Fácil. Estaría en casa de este compañero de clase, haciendo un trabajo para el cole. Segundo, conseguir algo de cash si quería jugar. Fácil. “Mamá tenemos que comprar cartulinas, papel de celofán y témperas (carísimas!!)”. Recaudación: 100 pts. Bien, tenía para cuatro partidas. Y por último, colarnos en salón recreativo.
Mi colega (a esas alturas de la fechoría ya éramos colegas) lo tenía claro. “Entramos como si nada” ¿Cómo si nada? Pero si tengo 11 años y aparento 8?! Él echó a andar por el hall de la entrada y le seguí. Pasamos por al lado del señor del cambio, y cuando parecía que ya estábamos dentro, una voz de cazalla dijo: “eh, vosotros!” Mierda, pensé. Se acabó. Ya nunca podré ser Willow.
“¿Queréis cambio?” Mi colega no dudó “Por supuesto, señor” Y eso fue todo. Nos dio cambio y ahora sí, camino a la gloria.
Huelga decir que la recreativa me pareció impresionante. Era un arcade plataformero en 2d con scroll horizontal, dónde controlabas a Willow y a Madmartigan por zonas ambientadas en la propia película. Intenté jugar durante un tiempo lo máximo que las circunstancias me permitían, pero poco después retiraron la máquina del salón recreativo y nunca más se supo.


Un año después, tras adquirir mi flamante NES 8 bits, mientras me amorraba al cristal del escaparate de mi tienda de videojuegos de la época, se me abrió el cielo. Allí estaba. Willow para NES. Además también era de Capcom. Increíble. La recreativa en mi casa.
Como podéis imaginar, mi poder adquisitivo de entonces era nulo, por lo que tocaba suplicar en casa. Nunca conseguí tenerlo en propiedad, pero en aquellos tiempos el “te dejo tal y me dejas pascual” funcionaba. Así que finalmente lo tuve en mis manos.
Cartucho dentro y a jugar. De entrada, vista cenital. Pero ¿por qué? Si la recreativa se ve “¡de lado”! Además había textos que leer. Willow era muy pequeño y luchaba contra unas abejas atravesando un bosque interminable. ¿Esto que era? ¿Dónde está mi juego?


Finalmente lo comprendí. Era otro juego totalmente diferente y poco a poco me fui enganchando. Descubrí que el personaje tenía unas habilidades que podías desarrollar si subías de nivel. No todos los objetos que encontrabas podías utilizarlos sin la habilidad suficiente. Podía lanzar hechizos y aprender nuevos. Tenías que interactuar con otros personajes para avanzar en la historia, que seguía el desarrollo de la película. 

Pasaron unos días y hablando con el colega que me enseñó la recreativa en su día, le comenté que tenía Willow para NES. Él me respondió, “Ah sí, ya sé cuál es. Es como el de la recreativa pero con la diferencia que los gráficos son peores y el muñeco no salta”. No estaba mal su descripción, pero le dije, “No. El juego también se llama Willow , pero es un juego diferente al que tú conoces. Es como vivir la aventura en la piel de Willow”. Y su último argumento fue “ya… pero tiene peores gráficos”. No insistí y pensé, quédate con tus diferencias, que yo me quedo con el diferente.
Fue el primer RPG que jugué en mi vida y sin saberlo. Desde entonces ya sé porque me gustan este tipo de juegos.


Nota: Mamá, esta historia no es real y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.


2 comentarios:

Tanis dijo...

El recreativo en cuestión ¿era el Novedades? :)

Raúl Factory dijo...

Como lo sabes. Templo de ocio durante muchos años...

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